El episodio más inverosímil de la política francesa reciente se consumó este lunes: Sébastien Lecornu presentó su renuncia como primer ministro, apenas un día después de revelar su gabinete y aceptar el encargo presidencial. El Palacio del Elíseo aceptó la dimisión sin condiciones.
Un mandato fugaz para un contexto fracturado
Lecornu se convierte así en el primer ministro más efímero de la V República, con un mandato que no llegó a consolidarse más allá de 24 horas tras conformar su equipo ministerial. La crisis tiene raíces profundas: Francia está gobernada en una especie de encrucijada parlamentaria desde las elecciones anticipadas de 2024, con mayorías divididas e imposibles de estabilizar.
Su nombramiento, el 9 de septiembre, respondía al colapso del gobierno Bayrou tras perder una moción de confianza. Pero durante las semanas siguientes, Lecornu intentó presentarse como un primer ministro de consenso: renunció a medidas impopulares anunciadas por su antecesor (como la supresión de dos días feriados) y prometió abrir espacio al diálogo parlamentario, rechazando recurrir al artículo 49.3 para imponer leyes sin votación directa.
Sin embargo, esos gestos no bastaron. El lunes, desde Matignon, Lecornu denunció que las condiciones necesarias para gobernar ya no existían y acusó a los partidos de tener “appétits partisans” que hacían imposible el ejercicio de sus funciones. En su alocución, apeló al “interés general” y al “desprendimiento de ciertos egos” como requisitos para que la gobernabilidad pudiera reinar.
Reacciones y coaliciones al borde del abismo
El desencanto se extendió rápidamente entre actores de todos los flancos. La izquierda radical, como La France Insoumise, reclamó que se examine de inmediato una moción de destitución del presidente Macron. Por su parte, Marine Le Pen y el Rassemblement national exigieron la disolución de la Asamblea Nacional: “la farce a assez duré”, dijo la líder ultraderechista. Jordan Bardella subrayó que no podría haber estabilidad sin volver a las urnas.
En los mercados financieros ya se sintieron los efectos: la bolsa de París cayó más de un 2 % tras el anuncio, mientras creció la volatilidad en los bonos del Estado.
¿Quién será el próximo primer ministro?
Macron enfrenta ahora una encrucijada: nombrar un nuevo jefe de gabinete que pueda comandar un Ejecutivo en minoría, buscar alianzas imposibles o convocar elecciones anticipadas para recomponer el tablero. Con tres primeros ministros derribados en menos de un año y una crisis política estructural en curso, Francia hoy luce atrapada entre el caos institucional y el pulso de fuerzas políticas irreconciliables.
La dimisión relámpago de Lecornu no es un accidente: es el síntoma más visible de una crisis de régimen que arrastra al país hacia lo desconocido.