La reciente visita del jefe del Comando Sur a Argentina y un megaproyecto en Ushuaia confirman el nuevo tablero geopolítico del sur. Washington apunta a frenar la expansión china y asegurar rutas clave hacia el continente blanco.
Una base estratégica en el fin del mundo
El almirante Alvin Holsey, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, visitó Buenos Aires y Ushuaia esta semana, donde se reunió con el presidente Javier Milei. Durante la visita, se anunció un plan para construir una base naval integrada y un centro logístico antártico en Ushuaia, con una inversión de 360 millones de dólares. La iniciativa busca consolidar a Argentina como plataforma de proyección hacia el polo sur.
👉 Según El País, el objetivo estadounidense es claro: frenar la influencia creciente de China en América Latina y garantizar el control de rutas marítimas estratégicas en el Atlántico Sur.
Tensiones internas y soberanía en debate
El proyecto ha generado resistencias. El gobernador de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, criticó la base por su posible alineación con intereses británicos, en un territorio marcado por el conflicto de Malvinas. También sectores del peronismo han cuestionado el riesgo de ceder soberanía a potencias extranjeras.
En palabras del propio Melella, “la Patagonia no está en venta y menos para fines militares ajenos a los intereses argentinos”.
Antártida, el nuevo tablero de poder
Estados Unidos no opera en el vacío. China ha incrementado su presencia en América Latina mediante grandes inversiones y acuerdos comerciales. En ese contexto, la base en Ushuaia se convierte en una jugada clave para Washington, que también redobla su influencia sobre el Canal de Panamá.
La región austral se vuelve un nuevo punto caliente en la disputa global por recursos, posicionamiento científico y control de rutas. Para Argentina, la apuesta es doble: fortalecer su posición internacional sin hipotecar su autonomía.
Mientras EE. UU. y China miden fuerzas en el sur, Argentina navega entre oportunidades y dilemas. La base en Ushuaia puede traer inversiones y proyección, pero también tensiones internas y riesgos geopolíticos. La Antártida, silenciosa pero estratégica, vuelve a ser protagonista.