La repatriación de la niña venezolana Maikelys Espinoza, separada de sus padres en EE. UU., se convierte en un acto mediático en Miraflores, mientras Washington denuncia vínculos criminales de sus progenitores.
Un reencuentro en el Palacio de Miraflores
El 14 de mayo de 2025, Maikelys Espinoza, de dos años, regresó a Venezuela tras haber sido separada de sus padres, deportados por las autoridades estadounidenses. El gobierno de Nicolás Maduro organizó una ceremonia en el Palacio de Miraflores para recibir a la niña y a su madre, Yorelys Bernal, presentando el evento como un «rescate» humanitario.
Durante la recepción, Maduro expresó su deseo de «rescatar» también al padre de Maikelys y a otros venezolanos detenidos en El Salvador. Los medios oficialistas destacaron el papel del presidente en la reunificación familiar, reforzando la narrativa del gobierno.
Acusaciones cruzadas entre Caracas y Washington
El Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. respondió a las afirmaciones del gobierno venezolano, indicando que la separación de Maikelys de sus padres se debió a preocupaciones por su seguridad. Según el DHS, el padre de la niña, Maiker Espinoza-Escalona, fue deportado a El Salvador por ser presuntamente un miembro del grupo criminal Tren de Aragua. La madre, Yorelys Bernal, también fue deportada por supuestamente estar involucrada en actividades delictivas.
Las autoridades estadounidenses argumentaron que la niña fue colocada bajo custodia para protegerla de posibles daños y que su retorno a Venezuela se realizó en coordinación con las autoridades correspondientes.
Instrumentalización política de un caso humanitario
La exposición mediática del caso por parte del gobierno venezolano ha sido vista por algunos analistas como un intento de desviar la atención de otros problemas internos y reforzar la imagen del presidente como defensor de los derechos de los ciudadanos. La utilización de un caso sensible para fines políticos plantea interrogantes sobre la ética de tales acciones.
Mientras tanto, la situación de los padres de Maikelys y las acusaciones en su contra siguen siendo objeto de controversia, y su futuro legal permanece incierto.
El caso de Maikelys Espinoza pone de relieve las complejidades de la política migratoria y las tensiones entre Venezuela y Estados Unidos. Más allá de las narrativas oficiales, la situación plantea preguntas sobre la protección de los derechos de los menores y la responsabilidad de los gobiernos en garantizar su bienestar.